Leí, no hace mucho un texto en la que aparecía este término que cito como título:
Ejecutópatas.
Me gustó, por que existen.
Verdaderos entregados al trabajo no siempre productivo y muchas veces innecesario y vano. Son personas que desarrollan puestos de relevancia, normalmente, y que, con tal de ser vistos o mostrarse, inventan trabajos complejos e innecesarios.
No trabajan… generan trabajo. Y esto supone parra los equipos, confusión al no saber muy bien para que sirve o que finalidad tiene aquello al que ocurrente ejecutópata, lo visualiza como imprescindible y principal.
Se trata, en última instancia, de un impulso bien visto en lo empresarial pero gris e insustancial en lo social. Esto es, nada que sea valorado por quien tiene la desgracia de su ejecución.
Al final, estos grandes e imprescindibles trabajos, descansan en cajones olvidados, para no ser vistos nunca jamás, cuando no en la papelera más cercana-
Las cosas ocurren y nada es porque sí.
El objetivo del ejecutópata es la esperanza de sentirse visto, admirado, distinguido en esa penitencia autoimpuesta y autodirigida:
Lo que hace, no lo hace por ni para los demás, ni con un propósito de mejora, lo hace para que le perciban y quieran sin conseguir otra cosa que un aborrecimiento general en quienes delega la ocurrente actividad.
Se olvidan o no saben que uno no es juzgado por lo que es o por quién es, tampoco por sus hechos.
Uno es juzgado, por lo que hace sentir a los demás.
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