Es difícil definir la vergüenza, más que nada, porque es un sentimiento, donde nadie quiere quedarse.

 Surge sin transgredir nada, Solo… por la exposición real ante el otro.

Quien la padece, intenta pasar por ella de puntillas,

sin hacer ruido, como si esto fuera posible…

 La vergüenza habla por sí sola: el enrojecimiento, la imposibilidad de sostener la mirada,

el calor que sube al rostro, y el “tierra trágame”.

 La culpa, también exige la presencia “del otro”, pero basta su presencia virtual – pensar en él -,

para que se nos presente.

 En la culpa, uno valora lo que hizo, con lo que debió hacer, y la no coincidencia convierte en culpable, al que contrariamente obró.

En la vergüenza, esto no pasa, y sin embargo ambas cuentan con “condena”:

 La sanción por la culpa…  es el castigo.

La sanción por la vergüenza…  el aislamiento.