La intimidad
La vida íntima… la que fantaseamos,
esa que guarda miradas y deseos,
la de los sueños e ideales,
la de nuestros sentimientos secretos
es una vida inobservable para los demás… y mejor que sea así.
Ahora bien, esta vida íntima
no es menos real aun siendo puramente mental.
Lo mental forma parte nuestra,
como las demás funciones de nuestro organismo.
A diferencia de lo que ocurre en la vida exterior,
en la íntima los deseos se satisfacen de manera inmediata,
imaginando encuentros y situaciones apresuradas;
y esa y no otra es su función,
esencial por cierto, para el equilibrio de la persona.
Una vida por fortuna inaccesible e inexpugnable
salvo para uno mismo.
La fantasía que supone la intimidad,
es una ortopedia de la persona.
Una ortopedia sin la cual se nos haría muy difícil vivir.
Precisamente por eso existe, y cada cual tiene la suya.
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