Sobre la Identidad, eso que decimos «ser auténtico», no es “ser uno lo que cree ser”, a veces en desprecio de lo que los otros son y con el fin de significarme como de “mayor valor”.

Ser auténtico, consiste más bien en decir al otro, al resto, “esto que aparento ser, es lo que soy”.

Ninguna vida de otro, le es al ser humano ajena.

Pablo Neruda, dirá en la introducción a su obra “Confieso que he vivido”, que su vida “es una vida hecha de todas las vidas”.

Por su parte, Castilla del Pino, abiertamente expone, que “existen vidas dignas de ser imitadas…”.

Esto, naturalmente deja entrever que otras… no; y para no imitarlas, no nos pueden ni deben ser ajenas ni pasar inadvertidas.

De esta manera, el asunto de la identidad, no es solamente una bandera que exhibida me define ante el otro en algunas de mis características (religiosas, políticas, de orientación de género, etc.) y por eso las exhibo.

Me muestro públicamente porque quiero y deseo hacerlo  para dar pruebas de mí ante quien corresponda  y, a su vez, esta misma manifestación se convierte en un escudo para protegerme del extraño.

Aunque este escudo puede ser sustituido por uno distinto, o simplemente no mostrado siendo voluntad mía cual o cuales de las identidades con las que vengo siendo, quiero y deseo ahora que sean vistas.

Uno mismo… va siendo… y por lo tanto, mi identidad (o mejor, las identidades de uno) están en continua evolución.