En la consulta

Cuando en la consulta
acompañas a una persona deprimida,
invadida por la melancolía y la tristeza,
uno puede empatizar mejor
que con otro tipo de pacientes,
y esto… porque todos hemos conocido
o tenemos una experiencia de tristeza.
A lo mejor te sorprende
que una persona pueda llegar a tal extremo
pero lo que te está diciendo
lo englobas enseguida en una tristeza mayúscula.

Lo mismo ocurre con la ansiedad o la angustia,
ambas son experiencias emocionales
de las que en todos, psicólogos incluidos,
hay algún rastro.

Sin embargo
cuando estás con una persona
que de repente te dice que está oyendo voces,
que se comunica telepáticamente con la Divinidad
porque le han puesto un transmisor en la cabeza
con el que puede hacerlo, etc.
entonces,  no tienes ninguna experiencia propia
desde donde puedas partir
para la comprensión de eso,
y hacer una comparación con uno mismo.

En ese caso, los psicólogos arrancamos de la nada.
Solo del raquítico conocimiento de lo leído o visto,
o de lo que dicen tus colegas.

La mejor guía en estos casos, son sus palabras,
porque si en lugar de tomarle a él como guía,
se parte de una posición más académica y autoritaria:
“usted dice esto, y yo como experto,
le digo que esto es una alucinación
y se tiene que tomar unas pastillas”…… entonces
… ya vas mal.