Mejor no tener 100 años

Cuerpo  y mente, dicen que viajan unidos hasta el final.
No estoy de acuerdo con tal afirmación. Hoy, no es así.
Y en el Alzheimer y otras demencias… mucho menos.

Antaño… tampoco hace tanto,
cuerpos y mentes envejecían juntos,
se arrugaban juntos,
y se asomaban a la finitud, unidos,
sin distancias que los desigualara.

Hoy, la intervención y los avances médicos,
han hecho que cuerpos y mentes
vayan cada uno por su lado.
La cirugía, las farmaceúticas,
y los cuidados sanitarios en general,
han procurado que los cuerpos no se deterioren
y continúen con un estándar de salud positivo,
cuando no lozano en desproporción.

Sin embargo las mentes, aunque corran,
no son capaces de seguir tanta lozanía
evolucionan de manera natural
hacia una vejez prevista y prescrita por la edad.
Así nos encontramos en la clínica
con pacientes en franca plenitud física
gracias a los tratamientos químicos que los sostienen
pero en muy precarias condiciones mentales…
eso… cuando las conservan.

Y es que cuerpo y mente viajan de la mano,
pero solo hasta el momento en el que la vejez
(que por cierto hoy no se sabe cuando empieza)
reclama juventud de la medicina estética o la convencional,
Y la mente, entonces,
se va separando –aunque sin querer-
del alojamiento físico en el que habitaba.

Dice Terry Pratchett, que «el problema de tener una mente,
es que la gente
insiste en entrar dentro y poner allí sus cosas».