Algo de la clínica
Supongamos que estás hablando con un loco
y que te está afirmando que él no está enfermo,
y que además es el director del Hospital
y que tú no eres nada.
Entonces, vas y le dices:
“Vamos a tomar la medicación que estás mal”.
Uno, podría pensar: “ahora me va a decir que no”.
Pero inmediatamente dice todo lo contrario:
“Sí, que estoy muy nervioso, vamos a tomarla”.
¿Cómo se entiende esta respuesta
si hace un momento
te acaba de decir que él no está enfermo?
Así ocurre, y así pasa.
Por eso, cuando se trata con la locura,
conviene “enloquecer” un poco también,
proponer cosas fuera de razón
y volverse un punto ilógico.
Es la única forma de igualarte
y que te atiendan.
Sin embargo,
la primera tentación ante la locura
es interpretarla y hacer ver que es inconsecuente…
pero este no es el camino y además no sirve para nada.
La dificultad es que muchas veces
no sabes cómo es la intimidad singular de cada uno
y tienes que ir a ciegas, aunque…
mejor esto que con un vademécum en la mano.
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