Cuerpo y mente, dicen que viajan unidos hasta el final. No estoy de acuerdo con tal afirmación. Hoy, no es así.
Y en el Alzheimer y otras demencias… mucho menos.
Antaño… tampoco hace tanto, cuerpos y mentes envejecían juntos, se arrugaban juntos, y se asomaban a la decrepitud, unidos, in distancias que los desigualara.
Hoy, la intervención y los avances médicos, han hecho que cuerpos y mentes vayan cada uno por su lado.
La cirugía, las farmaceúticas, y los cuidados sanitarios en general han procurado que los cuerpos no se deterioren y continúen con un estándar de salud positivo, cuando no lozano en desproporción.
Sin embargo las mentes, aunque corran, no son capaces de seguir tanta lozanía y evolucionan de manera natural hacia una vejez prevista y prescrita por la edad.
Así nos encontramos en la clínica con pacientes en franca plenitud física gracias a los tratamientos químicos que los sostienen pero en muy precarias condiciones mentales… eso… cuando las conservan.
Y es que cuerpo y mente viajan de la mano, pero solo hasta el momento en el que la vejez (que por cierto hoy no se sabe cuando empieza) reclama juventud de la medicina estética o la convencional,
Y la mente, entonces, se va separando –aunque sin querer- del alojamiento físico en el que habitaba.
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