El conflicto con la norma discrepar, es una forma de actuación en el ser humano que supone  no ajustarse al sentir o parecer de alguien.

Expresar opiniones contrarias a las de otro: es lo que se llama disentir.

Pero disentir, es también diferenciarse de alguien, tan solo porque “no se siente igual” que aquellos con quien se está en ese momento en que el sentir de cada cual se expresa.

Disentir, es sinónimo de discrepar, cuya etimología exacta es “disonar”, esto es “sonar” diferente.

Al verificarse pues el acto de discrepar, se pone en marcha un juicio implícito de valor, en este caso comparativo entre el sujeto que discrepa y aquellos de quienes se discrepa.

Este “juicio de valor” sobre el que se discrepa, es de doble dirección: por un lado, quien discrepa de alguien, forzosamente sugiere que él está en la verdad.  y el otro o los otros están en el error.

Por otro lado, aquel que oye o ve la acción de ese otro con la cual expresa su discrepancia, si no la acepta (como es lo general), ha de pensar que “el discrepante” es el que se equivoca y los que no discrepan los que están en la verdad.

Quien discrepa, se quiera o no, forzosamente inferioriza a aquellos de los cuales discrepa, ocurriendo, como es natural, que estos no están dispuestos a aceptar este empeño y se revuelvan contra la infravaloración que se les adjudica,

El conflicto, una vez que ocurre esto, no está basado en una diferente manera de pensar en este momento, sino que es tan solo un deseo de destacarse a través de un juicio  sobre algo o alguien que intenta elevarse sobre los otros: los vulgares.

Quien disiente… es disidente, esto es, está separado, está sentado aparte.

Quien pretenda ser sincero y disienta del común sentir de los demás, debe estar prevenido del riesgo que su elevación supone frente a aquellos que forman su “comunidad