Antes, no hace tampoco tanto de esto, las personas elaboraban y resolvían sus duelos mansamente…

sin precipitación, sin celeridad, sin urgencias temporales… y así concluían, normalmente, advirtiendo que el deseo,

de algo, o de alguien, resucitaba poco a poco… (cada cual tiene sus tiempos).

 El problema de hoy en día, es que no se deja hacer el duelo de nada.

La exigencia de la “sociedad del deseo” es que este tiene que estar siempre activo, tanto es así,  que no te deja tiempo

para el necesario aburrimiento o la decepción.

Esta sociedad te invita a que salgas a disfrutar inmediatamente, obligando a que el deseo tenga una aceleración que no corresponde a la naturaleza humana.

 … Antes, había un periodo de luto, de luto obligatorio, y lo positivo que tenía es que esa persona no necesitaba demostrar

que no tenía “ganas de fiesta”, ni de nada.

 Actualmente la gente va por  las  consultas del psicólogo, manifiéstamente  triste y deprimida, y muy al final, cuando se va a lo mejor, te confiesa que ha perdido a alguien cercano hace “cuatro días”…

y sorprendida incluso, nos pregunta y se pregunta  que…  ¿cómo puedo estar así…?