El ser humano, cuando surge un conflicto, cuando ocurre lo que él ha venido en denominar “un malestar íntimo”, el hecho de que se viva intra-personalmente no significa que dicho malestar (que siempre es consecuencia  de una determinada forma de relación mía con lo que está alrededor mío) sea de orden primariamente personal  porque surja en mí (intimidad). Ese trastorno que ahora me sobreviene, nunca es, desde luego, exclusivamente personal, Y esto, porque “el problema”, esto es, lo que ahora me influye trastornándome, ha surgido,  en una situación y como consecuencia de una situación, siendo esto no otra cosa que la “resultante del diálogo de la persona con su realidad”. En otras palabras, el trastorno tiene un origen, en la mayoría de las ocasiones, relacional.

Cuando las cosas son de la realidad de la persona, es decir, son mundo de la persona, esas “cosas” no son ya simplemente lo que son, sino lo que significan para esa persona. Este significado humano, es más, este significado personal (propiamente mío) de las cosas, lo es en tanto que esas cosas son o pueden ser de valor para mí. Es el significado de la realidad, más que la realidad misma, lo que importa para el ser humano como persona.