En psicoterapia

En psicología,
y desgraciadamente en la tarea clínica,
no se suele desarrollar, del todo,
un ambiente aséptico y recogido,
un ambiente “a solas” entre el paciente y el alienista.

Siempre, se quiera o no,
interfieren
los fantasmas de la  familia
(la propia y la ajena)
y los convencionalismos sociales
(un pringue que exige una urgente limpieza)
y esto ocurre así, porque queramos o no,
están  presentes en la cabeza de quien nos consulta.

Todo cuanto acordamos con  el  paciente,
está sujeto a la sanción del sistema,
la cultura, la familia,
que condicionan  nuestra  actividad de un modo decisorio.

Nuestra aportación, si es que la hay,
es el resultado de sumar todos esos elementos
intentando no añadir más problemas a los que ya hay,
y ordenar lo que, sin querer o queriendo,
ha sido desordenado.