Conocerse

El conocimiento de la mismidad
esto es, de uno mismo,
supone que por los complejos vericuetos del lenguaje
en el que nos hablamos a nosotros mismos
(nuestro diálogo mental)
 podamos atisbar, desde lo que la memoria nos ayuda
la peculiaridad que constituye nuestra propia biografía.

Conocerse a  sí mismo, es algo facultativo de cada ser humano,
en el doble sentido:
 primero, de ser posible,
y después, de imponérselo como un imperativo moral,
que ayude a conservar el valor de lo bueno,
 y corregir lo que deba serlo.

Las actuaciones que se me reflejan
 me pertenecen, son mías;
reflexionar sobre ellas  es,  pues, conocimiento de mí mismo:
¿Soy capaz?, ¿no lo soy?, ¿por qué actué así?…

Son juicios sobre uno mismo como sujetos que somos,
y derivan en un juicio, bueno o malo,
que nos mereció la actuación que hicimos
y que  ahora rememoramos.

Conocer lo que se hace y, aún más, por qué se hizo,
es conocerse a sí mismo.