El esquema corporal de la persona, también tiene un plano erótico.

El esquema corporal, el como me veo a mí mismo, tiene un yo erótico, y nos autodefinimos y somos definidos por él.

Somos más masculinos o más femeninos. Somos “más activos” o “más pasivos”. Somos más competentes o menos competentes. Muy potentes o impotentes. Cariñosos o fríos.

 Sin embargo,  los términos femenino-masculino, no pueden hoy,  sin más,  homologarse con los de hembra-varón”.

Estos últimos, se refieren a lo biológico, al sexo de la especie.

Mientras que femenino-masculino, conciernen al denominado “sexo de crianza”, es decir, al aprendizaje de pautas que se consideran en nuestra cultura definitorias del género. ,

Cada uno de los polos femenino-masculino tiene su valor en nuestras pautas socioculturales y operan como tales.

Todo el lenguaje de la conducta se dirige ante todo y en toda interacción, a ofrecer el sexo-género al que pertenecemos a nuestro interlocutor.

Los modos y maneras  de actuación son todo un código de señales de sexo-género, que no tienen por qué tener un contenido erótico estricto.

No obstante, y esto se observa en no pocas ocasiones, toda la conducta de un sujeto, puede estar en función de la ostentación en el modo en que se quiere mostrar respecto de esta cualidad.

No es raro oír, por otro lado, expresiones del tipo “… es muy femenina”, para significar particulares maneras de determinado tipo de mujer, o viceversa.