Somos como pretendemos ser ante los demás.

Todos nosotros elaboramos «yoes» que son yoes míos –como persona que soy- y que preparo, elaboro y presento para la ocasión.

Por eso somos como pretendemos ser.

Es decir, para la situación frente a los otros que va a tener lugar. Incluso, esa preparación del «yo» para la ocasión, la hacemos de manera imaginativa;

la pensamos, la “figuramos” y “nos vemos” en representación mental dando, por ejemplo, una conferencia, o nos imaginamos (nos representamos mentalmente) en un escenario dando un concierto.

En una palabra: “las fantaseamos”.

Es algo así como un ensayo “virtual”,  figurado, pero real (en tanto que existe y lo puedo producir en mi mente), y que preparamos en nuestra intimidad.

Y la preparamos, para dar a los demás a entender, no  como soy (como persona), sino como quiero que piensen que soy.

Y siendo así, podemos muy bien pensar que en función de lo anterior, se podrá crear con todos esos otros posibles un determinado tipo de relación.

Algunos, querrán evitarme por cómo me he manifestado; y otros… al revés.

Y esto es así, porque el «yo» que la persona construye, para según qué momento, no es un yo “preparado por el sujeto  para él”, sino que “es un yo preparado por la persona… «para los otros”.