La práctica clínica y queremos hacer hincapié sobre el propio término práctica en contraposición con el concepto de técnica..

Práctica y técnica
La idea instrumentalista de técnica es algo que reduce el sufrimiento de los seres humanos a los mecanismos de la metapsicología clásica. Este residuo de reduccionismo positivista, trata a la gente como si fueran cerebros o redes neuronales, a quienes es posible “atender”  con el mismo marco estándar, como si fuera apropiado para todos los pacientes.
En contraste, el concepto de práctica, viene a afirmar que el razonamiento práctico es un interjuego entre lo universal y lo particular e implica una elección pensada y reflexiva, y propone esa inter-relación entre paciente y terapeuta como algo que no se ocupa del hacer cosas sin mentes presentes, sino más bien se ocupa de relaciones entre seres humanos, considerando que, a diferencia de la técnica, la práctica siempre está orientada hacia lo particular. La práctica supone una actidud investigadora, deliberadora y de descubrimiento.

La noción de práctica, describe mejor el trabajo clínico. La técnica, parece más apropiada para cuando trabajamos con cosas y no con mentes. La práctica encaja mas con el trabajo con seres humanos. No es fortuito que, casualmente, hablemos de práctica en disciplinas como la medicina o el derecho.

Consecuencias terapéuticas
Paciente y terapeuta se encuentran trabajando simultáneamente en los niveles afectivo, cognitivo y actuando para de-construir lo viejo, al tiempo que van construyendo modos de generar significación y de estar juntos, de forma más integrada y flexible. Esta concepción del proceso terapéutico como una simultánea de-construcción de las estructuras de control des-adaptativas junto a una creciente articulación de otras estructuras más competentes, ofrece una conceptualización más general de los diversos niveles de procesamiento que se amalgaman en una nueva organización emergente, en un momento dado del cambio terapéutico. Un cambio en el nivel de la representación no solamente implica que haya cognición  sino también modificaciones en el modo de estar con los otros y esto debe afectar igualmente a la relación paciente-analista. Los momentos de reorganización deben contener un tipo nuevo de consenso inter-subjetivo que permita una apertura hacia nuevas iniciativas y acciones interpersonales.