La venganza envuelve un sentimiento trágico, pero es  fieramente humana.

Y esto, porque las relaciones personales se sustentan siempre sobre lealtades invisibles.

 Nuestro aparato psíquico lleva incorporado un registro de méritos, un balance de deudores y acreedores.

 Todos entregamos…  para percibir algo a cambio: siempre  e  invariablemente.

Y cuando eso que esperamos  no llega, o “no se cobra” en cantidad suficiente, nuestra parte mental registra un obligado “voy perdiendo”…

Esto es lo que, en muchas ocasiones suscita una propuesta de venganza.

Es completamente humana.

Un “ojo por ojo…”  recogido  desde las religiones, y  tan antiguo como la propia vida.