En la naturaleza, me refiero al ámbito de lo no humano, también vemos esbozos de locura.
Incluso, los nombramos a través de la palabra:
castañas locas, avena loca, vacas locas, tiempo loco…
Somos propensos, a tildar como loco, a aquello que resulta extraño, o que resulta ser improductivo.
No obstante, no estoy del todo seguro, de que lo productivo nos lleve a futuros mejores, ni que nos convierta en seres más gozosos y civilizados.
En cambio, hay algo en lo improductivo, que parece quebrar un principio rector de lo natural, y que nos da que pensar.
Nos debería relajar y dar cierto sosiego, porque en nuestra comparación con ello, salimos beneficiados, sobre todo si nos apoyamos en ese aforismo sobre «lo sabia que es la naturaleza».
No servir de mucho, o no servir para nada, vuelve a algunas cosas en algo que hay que dejar tal cual… en paz.
En esa paz con la que cuenta el fruto, sin demasiado sentido, de lo estéril y que tanto relaja y oxigena.
En esa paz que lo productivo…
no encuentra nunca, por más que busque
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