Signos y muestras que nos da la persona intelectual, son varios y de distinto caríz. También dirigidos a diferentes grupos.
Nuestro yo intelectual puede tener, y de hecho es el de mayor rango en determinados contextos sociales, una proyección intelectual.
Se es inteligente o no se es, o se es menos o se es de determinada forma para determinadas cuestiones. En las capas medias y altas a nivel social, el yo intelectual cumple un cometido de prestigio, positivo o negativo.
Una observación adicional, respecto de las posibilidades de intercambio entre los distintos tipos de Yoes qque utilizamos, y es que habiendo expuesto las posibilidades de uso de cualquiera de ellos, nos advierte que “entre unos y otros puede haber alguna suerte de intercambio” que conviene tener en cuenta porque da lugar a hechos interesantes.
Así nos refiere el Dr. Carlos Castilla del Pino, que “cualquier yo puede ser usado como yo erótico, dependiendo del sistema de valores preexistente en un grupo concreto.
El yo intelectual puede usarse como yo erótico, y lo mismo el corporal o el actitudinal.
De este modo es posible que la identidad obtenida en la esfera intelectual o social en general, se intercambie y compense con la no lograda en otras esferas, como puedan ser la actitudinal o la erótica.
Un hombre de éxito, pongamos por caso, puede ser (además le es fácil serlo) simpático y atractivo, a poco que comprenda un tanto de la dinámica interpersonal de uso entre nosotros.
De esta manera y por consiguiente, una supravaloración de un yo puede ser utilizada por el sujeto con miras a la compensación de otro más precario en otros niveles”. (Introducción a la Psiquiatría V.I pags. 154-156)
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