Sobre los sentimientos, que son además de instrumentos del sujeto, podemos decir que de alguna manera,  son “estados del sujeto”, porque lo cualifican y lo diferencian en cierto sentido.

Lo que se denomina estar afectado por un sentimiento, y todos lo hemos experimentado, es justamente, el reconocimiento (estoy afectado… me ha dejado muy afectado) de esa modificación de la  totalidad del sujeto, y no solo de su “aparato emocional”.

Sentir, es un proceso que si se me permite analizarlo así, tiene dos partes: una es la experiencia cognitivo emocional que el objeto nos ha provocado. Otra los efectos que dicha experiencia desencadena en el organismo.

La ya clásica, incluso antigua, fórmula de “no lloramos porque estemos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos”, errónea como la psicología ha demostrado, reconoce sin embargo que el sentimiento no es solo la experiencia mental, sino también las alteraciones que el sujeto percibe en el resto de su organismo.

 Los sentimientos, pues, “afectan” no solo al Self, si se quiere al “sujeto”, sino a la  totalidad del organismo. Las modificaciones del organismo por el sentimiento que la persona, cualquiera de nosotros, experimenta, componen un síndrome, como puede ser la ira, la euforia, la envidia, el amor…Y este síndrome, está constituido por síntomas, en el sentido de señales y signos naturales: rubor, respiración afanosa, taquicardia, elevación de la tensión arterial, etc., etc.

Si el sujeto sabe del sentimiento que experimenta, y naturalmente sabe de él, y nota sus efectos en el resto de su organismo, es porque dispone de un instrumento conocedor (cognitivo) que hace de ese estado emocional un objeto, que como tal, puede ser estudiado… por él mismo.

La  reflexividad, una vez más, como,  precisamente, la propiedad del sujeto que le permite considerarse a sí mismo como un objeto, analizarse y concluir en un sentimiento respecto de sí. Démonos cuenta de que si es posible controlar el sentimiento, esto es, si a tenor del sentimiento que experimentamos respondemos de determinada manera, es porque tenemos conciencia del sentimiento que nos asalta. Así la reflexividad, capacita al sujeto para hacer una lectura descriptivo-explicativa, del estado en que se halla o se halló.

La investigación de los sentimientos cuenta con un serio obstáculo por el carácter íntimo de toda experiencia sentimental. Cuanto digamos acerca del sentimiento de otro, no pasa de ser una inferencia, una suposición,  y en consecuencia una conjetura exclusivamente.