Sin palabras
Las palabras, en más de una ocasión,
sirven solo para decir;
y decir, no tiene por qué suponer
una correspondencia dogmática con la verdad.
Es más, las palabras,
nos asisten también para disimular,
a veces fingir, y otras mentir abiertamente.
Digo que pueden ser empleadas
porque, la mayor parte de las veces,
la expresión que las acompaña
deja al descubierto – si lo hay – el secreto del engaño.
También el silencio,
puede ser un medio para esto mismo,
sobre todo cuando se convierte
en “un callar… para no decir”.
«El alma no puede tener secretos sin que la conducta lo revele” decía Papini.
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