La memoria es un instrumento mental sin el cual no es posible concebir lo que somos como personas sociales y singulares, sujetos con biografía -dictada por los otros en su concepto sobre mí- y autobiografía -dictada por y para uno mismo-.
Los olvidos son huecos de nuestra memoria, por tanto de nuestra biografía, subsanados a veces por la memoria de los demás.
Uno se cree dueño de su memoria. Lo que no sabe es que la memoria es un monstruo y se nos revela. Uno cree tener memoria, pero es la memoria la que lo tiene a uno… recordar es recordarse.
La pérdida de la memoria del propio yo – se refiere a la demencia-, es la disolución del sujeto…
Verbalizar nuestras experiencias es quitarles dramatismo. Es una descarga. Yo sigo siendo un pasado con las experiencias que he contado, incluso con las que he escrito.
Vivir, vivimos todos, y pensar, pensamos todos; escribe quien tiene la necesidad de alguna manera de poner por escrito lo vivido.
Y al poner por escrito lo vivido, ya no es lo vivido, es lo narrado.
Hay una parte de la vida de uno, de la vida íntima, en la que hay cosas indecibles.
Cosas que no se pueden contar, no porque haya reparos para contarlo, sino porque no hay palabras.
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