Tanto en la psicosis, esto es en la locura misma, como en la fantasía, como en los sueños, se trata de la sustitución de la realidad empírica, por una “realidad interna”, construida por el propio sujeto, y construida  a propósito, como liberación de la realidad ingrata en la que vive y está. La realidad ha sido sustituida, porque no se acepta la que hay. La realidad no tolerada, suele ser frustrante incluso hasta tal grado que la haga insoportable para el sujeto. En ocasiones, no es así, y simplemente basta con que no sea suficientemente gratificante (esto en muchas menos ocasiones). El hombre, en tal situación, establece representaciones icónicas de “un nuevo mundo”, que sustituya al que ahora tiene.

Castilla cita a  Spinoza, para referirse a que lo que se produce tanto en el sueño como en la psicosis, es un deseo de poseer el objeto que no se tiene, y con ello, un deseo de ser. “Nadie puede desear poseer, sin desear al mismo tiempo ser”. Somos tanto como poseemos, y los objetos deseados, lo son en la medida en que consideramos que con ellos “nos hacemos”. Se es según se hace, pero todo hacer, toda actuación, es un proyecto de  posesión que se hace o no realidad.