Al expresarse, un sentimiento se ofrece “en síntomas”.
Unos síntomas son detectables por el sujeto que los experimenta (los vive): interoceptivos.
Otros síntomas son detectables por el entorno (que los percibe): exteroceptivos.
Esta doble vertiente de la sintomatología emocional, ha de ser tenida en cuenta, porque plantea problemas como el de la expresión de los sentimientos. Sería el propio sentimiento que se experimenta (amor, odio, cólera).
Una de las manifestaciones somáticas de los sentimientos, respondería a las modificaciones viscerales que lo acompañan (taquicardia, aumento de la presión sanguínea, etc.).
El otro, somático también, vendría a ser la expresión o exteriorización del sentimiento (sonrojo, temblor, vergüenza).
Las consecuencias de esta triple faceta del proceso de sentir, es que el sujeto sabe lo que siente, controla hasta cierto punto los efectos viscerales de lo que siente, y “manda” hasta cierto punto sobre la expresión de lo que siente.
De lo anterior, deducimos que el sujeto puede atenuar, exagerar o simular lo que siente.
Pese a todo, la única forma de comunicar un sentimiento es mediante su expresión:
El pensamiento… se dice. El sentimiento…se expresa.
En la vida de relación, no damos el mismo valor de veracidad al decir que al expresar un sentimiento.
Entre otras cosas, porque hablar de lo que se siente, es en verdad hablar de lo que se piensa acerca de lo que se siente.
Pueden describirse sentimientos que no se tienen, pero es difícil mostrar o expresar un sentimiento inexistente.
La expresión de una emoción, no es la propia emoción; es la emoción convertida en imagen.
En la especie humana, se puede representar un sentimiento que no se tiene y controlar el que se experimenta.
Algo inverosímil en las restantes especies animales, que expresan lo que sienten, y les es imposible mentir.
La expresión de una emoción, por otro lado, corresponde al segmento público de la emoción, y para el interlocutor, no es garantía de que se corresponda con el segmento íntimo.
Ante una emoción, nada puede garantizar que los demás interpreten correctamente (es decir, de acuerdo con nuestras sinceras intenciones) lo que expresamos.
Dicen que el dominio sobre sí mismo, es dominio sobre la expresión de nuestros sentimientos.
En este dicho coloquial, fijémonos en que el dominio, es sobre la expresión de los sentimientos. No sobre los sentimientos en sí mismos”.
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