Trastorno emocional transitorio o locura transitoria 

Hay algunos asuntos de la vida corriente
que por causa de eso que dicen
enajenación mental transitoria
(a mí el término locura me gusta más)
no se consideran sino acontecimientos “normales”. 

Me refiero, en este caso, al enamoramiento
particularmente, el amor a primera vista, “el flechazo”…
eso que surge de repente, y sin que, en buena lógica,
exista una causa razonable para que se produzca. 

Nadie que lo haya experimentado
conoce del por qué de esa atracción repentina e irremediable.
Nada conocemos del otro u otra
que nos conmine a esa fascinación fatal,
y sin embargo, real, porque ocurre. 

El enamoramiento, bien puede ser asemejado
a una locura transitoria. Y, por cierto,
menos mal que es transitoria,
porque nuestro Sistema Nervioso,
no aguantaría tanto estrés adrenérgico
por un periodo superior al que suele presentarse. 

Cuerpo y no cuerpo, se trastornan en los inicios del amor:
las entrañas se resienten, sístole y diástole se alteran,
el sueño no nos asiste, tiembla el habla
y el pensamiento se detiene en una única imagen:
la de la persona amada. 

Yo supongo, que esto es algo que viene de antiguo,
si bien en el Romanticismo se elevó a extremos sublimes. 

Hoy somos más prácticos, y, procuramos indagar
en los complementos que acompañan a nuestro objeto de amor:
belleza, edad, género, estado civil, profesión, estabilidad económica,
parentela, amigos, relaciones pretéritas, formación, gustos
y hasta aspectos como altura y masa corporal.
 

Esta indagación viene después.
Y quizá sean tales circunstancias las que nos hacen poner los pies en la tierra,
y si la cosa no nos gusta,
pues en lugar de esto…  pongamos pies en Polvorosa.