La forma de pensar de J. Coderch, es lo  que constituye el punto de partida o plataforma básica,  a partir de la cual el sujeto, de manera reflexiva y pre-reflexiva, construye la representación de sí mismo.

Y esa presentación de sí mismo, es en el contexto cultural en el que vive.

Éste último no hemos de entenderlo como una y única determinada posición, sino como múltiples y, con frecuencia, cambiantes posiciones.

Y son cambiantes en el ámbito familiar, en el laboral, en el sexual, en el amoroso, en el de las relaciones sociales, en el del ocio, en el político…

En sintonía con este pensamiento, Castilla del Pino, propone un enfoque sobre el sí-mismo concebido “como resultado inseparable del contexto socio-cultural del momento”.

“Esto supone, que el ser humano, no sólo vive  contrastándose a sí mismo con los otros, sino que recibe  – apunta – continuos mensajes de estos otros que le transmiten la imagen que de él o ella tienen.

Mensajes que le califican como portador de tales o cuales características y disposiciones, o carente de ellas.

También, por otro lado, le hacen saber de los afectos y desafectos que en estos otros provoca.