La locura ignora la falta de fe.
No hay loco que no sea creyente: porque entre los locos no hay ateos.
Hablando con ellos llegas a la conclusión de que todos los psicóticos creen en Dios.
No en el de la comunidad, sino en una variante distinta, propia y personal.
Todos le han visto, o han recibido sus “señales”.
El loco, sustituye la vida en sociedad por una particular relación celestial, y desde ella, manda como nadie
y sabe de lo futuro y por venir.
Es el gran asidero que compete al loco.
Su agarre a una realidad, siempre bajo sospecha pero con el beneficio de la duda.
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