Cuando la fantasía se concreta en un hacer pictórico, literario, etc., el resultado deja de concebirse como locura, para concebirse como “obra”, cualesquiera que hayan sido las mediaciones instrumentales que hayan hecho posible su ejecución.

Sin embargo, cuando la fantasía se concreta en la persona, y la vive como cierta, el resultado es un acto errado.

Un error al que llamamos locura.

 Cada loco tiene su tema, es decir, cada loco yerra respecto de un tema, (a veces de varios, pero no de todos los temas), y sobre los temas restantes, acierta o yerra como cualquier cuerdo.

El arte, es, muchas veces, una forma permisiva de error, de reconocimiento de la locura como “don” extraordinario.

 En las consultas, por desgracia, los artistas son meros ejecutores de lo que dicta su conciencia.

Carecen de escuadra y cartabón para convertir el texto de su fantasía… en obra.