La locura, como la cordura, es una forma de estar en el mundo.

No en la realidad, o en lo que decimos que es realidad, sino en el mundo.

El cuerdo – o el que piensa que lo está- puede sin embargo vivir en una realidad extraña,

y ocurre muchas veces que nadie quiera compartir con él lo que propone.

Así, se siente, en este sentido, mentalmente contrariado.

Al loco, en cambio, no le hace falta que nadie comparta con él   el mundo que vive:

sabe “de sobra” que su mundo es el cierto.

La opinión de los demás, le trae completamente “al fresco”: ni la necesita, ni la requiere.

 Esta es una de las ventajas, y de los placeres que tiene la locura: saber, de cierto,  que lo que se vive es la verdad absoluta.

Una de las razones por las que al loco…  le gusta estarlo.