Las buenas maneras

Ante las formas y maneras de lo que es educado
decir o hacer en las distintas situaciones
que nos son a todos exigidas,
particularmente las cargadas de ceremonia,
dilucidar la verdad o no
de lo que decimos y se nos dice, es innecesario.
Las buenas maneras, no son sino discursos,
la mayor parte de las veces hipócritas,
que dejan de serlo por  consensuados.

Hay engaños, que no vienen a ser tales,
como ocurre con los que todos usamos en materia de cortesía.
En ellos,  ni siquiera cabe indagar
sobre la autenticidad del trato recibido…
porque ya sabemos que es incierto.

Fatalmente, todos engañamos,
aunque para descargo de algunos,
hay quien  lo hace adrede y otros sin querer.
Y esto, porque los hombres,
no somos idénticos a nosotros mismos,
ni por la imagen que damos,
ni por la forma de presentarnos…
distinta según la situación.

Desde este punto de vista mentimos,
pues solo lo inanimado “es lo que es”.

Al fin y al cabo, los humanos, nos proponemos ser,
esto es,  representamos  y,
como  toda  imagen,
solo en alguna medida tiene parecido a su original.  

Todos tenemos varias máscaras
que cubren algo de nosotros… y no está mal que sea así
siempre que detrás de cada una
seamos veraces en lo que mostramos.