Conviene saber, y admitir, que en la vida, en la de cada uno, de las cosas que nos ocurren, somos en alguna medida – mucha o poca – responsables.

 Las situaciones de crisis, por las que todos y cada uno transitamos, sin excepción, exigen no ser olvidadas, sino todo lo contrario: recordadas abiertamente, para poder ver las lecciones que encierran.

 De ellas, podemos aprender a ser más previsores  y a depender menos de opciones únicas.

También a aceptar aquello que no se puede controlar.  

Dice Eduardo Trías que  “en esta vida hay que «morirse» varias veces… para después renacer.

Las crisis, aunque atemorizan,  nos sirven para cancelar una época…pero también para inaugurar otra».