A cierta edad, uno hace balance, por encima, de lo suyo y, en términos generales, se encuentra normalmente satisfecho, en unas cosas… más que en otras.

 Incluso, bien pensado, se puede uno encontrar con que antes padecía pequeños desarreglos, impropios de su edad,.

Por otro lado, mientras que conforme se va cumpliendo años esos desarreglos se van volviendo propios de su edad: una ventaja que convierte en saludable el simple paso del tiempo.

 Dicen que, a cierta edad, hay que cuidarse, pero supone tanto sacrificio que quizá sea preferible variar poco los hábitos y dar tiempo al tiempo: una medida seguramente contraria a lo recomendable, pero que sosiega el espíritu-

Y que lo sosiega, más que la tiranía austera autoimpuesta para hacer de sí mismo,  un objeto convaleciente prematuro.