Esto que expongo como título suele ser utilizado, con usual frecuencia ante catástrofes de todo tipo: atmosféricas, geodinámicas (terremotos) reyertas callejeras o ataques que hoy se tildan de violencia de género.

 El caso, es que la frase, muy manoseada por cierto, no deja de tener “su gracia”, pues atiende exclusivamente a lo físico de la persona, desatendiendo, por lo tanto, a lo emocional.

 Pero ¿cómo se puede decir, que cualquiera de estas catástrofes mencionadas no producen daños personales?

 Me parece un sarcasmo el hecho de que perder el lugar donde habitar, ver destrozado tu entorno, enfrentarte al horror de una agresión inmerecida y verse en la confrontación, quizá por ideales… se trasmita hacia la población –que somos todos-, y si no hay muerte…

Con el eufemismo de que “no hay que lamentar daños personales” se soslayan demasiadas cosas. 

Si los daños de lo que nos circunda y es de uno no son personales, entonces… ¿de quién son?