Depresión, angustia. ¿Cómo acabar con la depresión?
Quizá lo primero a entender es qué es una depresión, porque la mayoría de manuales, introducciones y textos escritos que abordan el trastorno de la depresión, la plantean, casi exclusivamente, desde el punto de vista descriptivo, es decir, desde lo que se observa en la persona que la sufre.

Los síntomas de la depresión

  • Los síntomas, vienen recogidos en cualquier texto de psicología o psiquiatría:

    Tristeza (calificada, a veces, sorprendentemente como inmotivada).
    Inhibición. Falta de fuerzas para hacer las cosas.
    Angustia.
    Ideas de perjuicio.
    Autorreproches.
    Sentimientos de culpa, depreciación, etc..  

Estos síntomas de la esfera anímica, pueden venir acompañados por otros en la esfera somática del individuo: insomnio o hipersomnia, opresión precordial, dolores erráticos, oliguria o polaquiuria, estreñimiento o diarrea, palpitaciones, etc.

Lo descriptivo nos manifiesta claramente que, en el enfermo deprimido, el síndrome nuclear está constituido por la tristeza y la inhibición, acompañada de sentimientos de culpa en varias de las ocasiones. Sobre estos síntomas procesales, podrían intercalarse otros, que complicarían el cuadro, como son las obsesiones pero sobre todo la angustia, dando ésta lugar a formas agitadas, a las llamadas depresiones angustiosas.

Clasificación de las depresiones

  • En lo que respecta a la clasificación de las depresiones, o quizá fuera mejor decir del síndrome depresivo, se pueden aportar tantas como se quiera:

    Según entendamos de su procedencia: endógenas (en las que se dice no haber un motivo externo que las provoque).

    Según factores específicos: estacionales, hormonales, tóxicas.
    Según la presencia o no de síndrome melancólico: melancólicas, no melancólicas.
    Según la clínica que presentan, es decir, como cursan: agitada, inhibida, obsesiva, psicótica.
    Según su evolución: recurrente, bipolar crónica, resistente al tratamiento.
    Según su intensidad: leve, moderada, severa.
    Según la edad de quien la padece: infantil, adulto, senil.

Es la Psiquiatría y la Psicología convencional la que se interesa por estos puntos de vista, que debemos conocer, aunque la aportación que hacen al conocimiento de la situación del paciente, sea meramente la enunciativa respecto a lo manifiesto del síndrome, pudiendo inferir de todo el anterior rosario de clasificaciones que a las ciencias encargadas de atender estas patologías, les ha interesado mucho  los signos, pero muy poco sus significados.

“La principal aportación que hace el Psicoanálisis a la enfermedad mental (nos dice Castilla), y que es categorialmente distinta a otras doctrinas, es la consideración de la enfermedad mental como humana, concretamente humana”… “el psicoanálisis, no trata de enfermedades en abstracto, ni de enfermos en abstracto, el  psicoanálisis, trata a hombres y mujeres concretos”.

 Freud, es el primero que hace concebir al medio (esto es, a todo lo otro, y a todos los otros que no soy yo) un papel determinante en el modo de ser de cada cual.
Esta misma línea de pensamiento vienen a incorporar la gran parte de psicólogos y especialistas de la salud mental  cuando se advierte que “el conflicto lo padece la persona, se hace drama en la persona, pero no es nunca ni primaria ni únicamente personal”. Carlos Castilla del Pino. Y continúa diciendo que: “el que un enfermo nos diga que está triste, que no tiene gana de nada, que no duerme bien, que llora, que no siente que quiera ni siente ser querido, etc., etc., solo nos dice que el enfermo está en depresión. Pero, no nos aclara nada de su depresión”…  “porque, lo que está pasando el paciente, no es una depresión, sino que es su depresión« Y el ser su depresión,  nos debe llevar a que esta se produce, necesariamente, dentro de su biografía.

Cómo tratar la depresión

Al enfermo deprimido, como a cualquier otro enfermo,  hay que escucharle de persona a persona. Hay que escucharle valorando esos autorreproches, esas culpas como actualmente vividas, y no considerando solo los contenidos que nos refiere, que verdaderos o no, son ahora reales y le hacen sufrir.
Escuchándole así, una nueva luz se nos hará acerca de él: sus creencias, su forma de vida, las cosas que han sido sus valores, los valores reales de sus relaciones con los otros… Todo esto que ahora escuchamos, empieza a cobrar, en la consulta, en el análisis, en la psicoterapia en definitiva, una significación antes desdeñada.

Hoy en día, no es difícil, hoy en día, poder abordar una depresión, y poderla vencer, arrancando el enorme sufrimiento que la persona padece cuando le aqueja este trastorno.

Los tratamientos combinados, esto es la administración de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos, junto con la práctica de una correcta psicoterapia, suelen ser aliados suficientes para poder vencerla.

A veces, hay que animar al enfermo a poner de su parte para tomar la medicación y acudir a terapia. La familia tiene aquí un papel fundamental pues de otra manera, este estado de ánimo, puede tender a cronificarse con el consiguiente perjuicio que esto ocasiona.

En nuestro centro, atendemos este trastorno, casi siempre con psicoterapia, pero no dudamos en sugerir la medicación adecuada. Son muchos los pacientes que sienten reticencia ante este tipo de medicaciones psicofarmacológicas, reticencia mal justificada, pues son medicamentos seguros y probados que no hacen sino favorecer la curación de la enfermedad.