El narcisismo: una cualidad en auge. Digo esto porque en lo que se refiere a su práctica clínica, el aumento de pacientes narcisistas que actualmente visitan las consultas, viene condicionado por el hecho de vivir en una sociedad notablemente narcisista.

Esto tiene su correlato en todo aquello que observamos en lo cotidiano con respecto a cualquiera de los ámbitos en los que nos desenvolvemos. La apariencia física viene modelada por los estándares marcados desde la moda y quienes dirigen las tendencias (no ir a la moda… puede ser para un otro, una herida narcisista).

Las relaciones sociales, en las que se elige cuidadosamente pares de similares características. El ámbito laboral, en el que se trata de “trepar” para dar satisfacción a necesidades, narcisistas naturalmente, que son estimuladas también en los demás, y tantos otros ejemplos que podríamos proponer.

La característica más notable de esta sociedad en este sentido, es la tendencia a negar la ansiedad y la espera,  tendencia íntimamente relacionada con la personalidad narcisista.
No hay lugar para la espera y por lo tanto son muchos los mecanismos dirigidos a anular la ansiedad de separación que encontramos en la sociedad y que permiten tener siempre al alcance de la mano una realidad virtual que nunca se hace esperar, por ejemplo, chatear a través de Internet, relacionarnos a través de las redes sociales, etc. Con estos medios, dice el Dr. Joan Coderche, «los límites desaparecen  las fronteras se borran, la realidad externa palidece y se hace innecesaria. Es posible entablar relaciones con desconocidos de todas partes del mundo sin necesidad de mantener buenas relaciones con vecinos o compañeros de trabajo, los cuales exigirían algo de correspondencia”.

La realidad, es la enemiga mortal del narcisismo ya que derriba las fantasías de omnipotencia, pone de relieve los propios límites y la necesidad de los otros.

Por otro lado, la alianza entre producción de bienes de consumo y publicidad, constituye, también, un factor importante en la creación de la atmósfera narcisista en la que se encuentra inmersa nuestra sociedad. En una sociedad de consumo como la nuestra, la producción en sí, no va dirigida al bien común, sino a una práctica utilitarista que únicamente aspira a máximos beneficios para quienes disponen de los medios de producción. Esto comporta que la producción incesante y renovada de “bienes de consumo” – solo el calificativo “bienes” ya nos habla de algo bueno y que puede interpretarse como que da valor a quien lo posee- , haya de ir acompañada de la creación de una masa de sujetos dispuestos a adquirir dichos bienes. Y para que esto sea posible, ha de funcionar la maquinaria de la publicidad destinada no a orientar e informar, sino a que el producto sea adquirido deslumbrando con promesas de goce y felicidad increíble si se dispone de él .

De esta forma es como nuestra sociedad estimula la personalidad narcisista. La ansiedad de separación es sustituida por la psicopatología de la intolerancia a la separación y por la exigencia de la satisfacción inmediata.