Constituye una práctica muy relevante, y de la que nunca se acentuará bastante su importancia, la necesidad de que se indague sobre el cuándo y el dónde  la primera sintomatología.

Normalmente la alteración personal se presenta en forma de angustia que sobrevino, la primera vez o las primeras veces de su aparición.

La experiencia de la angustia, es tan sobrecogedora, que a partir de entonces queda, conectada con la situación o situaciones análogas.

El paciente, entonces, se va cerrando las posibilidades de apertura y comunicación con el mundo propio, como forma de defenderse de una crisis semejante.

La angustia,se puede presentar en forma de crisis pura, o como cuando se proyecta somáticamente (órgano-neurosis), o psíquicamente (fobias, obsesiones).

Esto, es no solo la expresión de la culpa habida, sino también y en mucha mayor medida, el temor a la culpa posible:

¿Seré o no seré culpable de…?

Porque lo que angustia, es el temor a ser culpable.

De todas formas, hay que tener en cuenta, que cualquier dinamismo, ya sea obsesivo, o de otro tipo, los tenemos todos, y no significan de por sí formaciones morbosas (patológicas), salvo que dominen cualquier otra o toda la  actividad de la  persona.