¿Cómo, por qué, y para qué, se es culpable? Estas son las preguntas claves que ha de hacerse el Psicoterapeuta y que, llegado el momento, deberá hacer que se haga también su paciente.

En este sentido, se sobreañade al esquema que sobre la depresión hemos seguido el de la culpa, como situación en que se integra una fundada o infundada conciencia de responsabilidad en el enfermo sobre lo que le ocurre.

Pero ¿por qué se es culpable de algo o sobre algo? La respuesta es que uno es culpable porque en la ejecución del acto ya hecho, uno tiene conciencia de su “posibilidad de decidir.

Es decir: he elegido hacer A,  pudiendo haber elegido no hacerlo o hacer B”.

Sin libertad, y mucho más, sin conciencia de libertad en la decisión, la culpabilidad no existe.

La culpabilidad solo puede darse allí donde previamente ha existido posibilidad de elección.

Pero esa posibilidad de elección, significa que el sujeto posee, respecto de la relación con el objeto, formas distintas de comportamientos posibles:

Me puedo dejar llevar por el principio del placer: “Hago aquello que quiero, me apetece o me gusta”

Me puedo dejar llevar por el principio de realidad: “Hago aquello porque es conveniente  hacerlo”.

Me puedo dejar llevar por el principio de la eticidad (de lo ético): “Hago aquello porque  debo hacerlo”.

De esta forma, cada acción, es acción mía. Soy “decididor” de la manera en cómo me relaciono con los demás.