En esta forma de trastorno, la angustia aparece elaborada, es decir, concretada en un objeto (o en varios). Por eso la fobia, adopta ya características de miedo, si bien el propio paciente reconoce la absurdidad del mismo ante el objeto que lo provoca.

Se trata, de una elaboración de la angustia, antes vivida como amenaza global del yo por algo inconcreto, en una amenaza que ahora tiene un objeto preciso.

Pero en  la medida en que ese objeto es considerado por el paciente como inocuo, es lógico pensar que, en realidad, no se debe tratar del objeto en sí mismo el que provoca la angustia o el miedo, sino que la angustia, “debe de venir provocada por “otra cosa”, es decir, por la fantasía sobre el objeto,  o lo que es lo mismo,  por aquello que el objeto simboliza”.

En la angustia fóbica, el sujeto experimenta, como se ha dicho, angustia ante un objeto  pero además siente una amenaza, de alguna manera concreta, hacia  su yo. Así, por ejemplo, en la fobia a los animales o al contagio, es el yo corporal el afectado.

En la mal llamada fobia social, (realmente es timidez), la amenaza se siente a su yo ético-intelectual.

En la fobia, hay un elemento de interés muy a tener en cuenta y al que ya hemos hecho alusión, y es la conciencia de absurdidad que el paciente tiene respecto al objeto fobiado. Pero esta absurdidad, no es, por así decirlo total, ya que cabría alguna posibilidad, aunque remota, de que el riesgo se verificase. En este sentido, en las fobias existe toda una gama de posibles riesgos: desde el riesgo improbable hasta el imposible.