Las partes en que se divide uno mismo, conceptualmente, pueden ser valoradas, y por supuesto nos valoramos a nosotros mismos por cómo nos perciben los demás, o bien por cómo nos auto-percibimos en distintos aspectos.

En relación con esto, citaremos algunas objetivables o, si queremos, reflexionables, que se refieren a las condiciones o características personales, que a cada uno acompañan:

El aspecto corporal
La visión erótico-afectivo
El talante actitudinal
La consideración intelectual

Para muchos, cuando se reflexiona acerca de la identidad de uno mismo, es posible concluir que, el modo de imagen sobre la que establecemos reflexión, se proyecta en estas cuatro direcciones.

Además nos propone una manera de mostrarnos ligada a cada una de estas particularidades del ser humano.

En todas ellas, sus repercusiones sociales son manifiestas, puesto que al fin y al cabo, no solo uno mismo se construye en la interacción, sino que además sirve para la interacción: es, precisamente, lo que se exhibe cuando se establecen relaciones.