Papel de paciente y terapeuta, en la situación de ser paciente hemos tenido oportunidad de ver  actuar al otro sobre mí, o mejor, en interacción conmigo.

Una singular experiencia vivida, en relación con la intimidad de la consulta.

Con todo y con eso, hemos aprendido que hay médicos o psicólogos “que nos gustan” y otros “que no nos gustan”.

Unos que consideramos “buenos” y dignos de nuestra confianza, y otros que consideramos “malos” y a los que ni recomendaremos ni volveremos si existe otra posibilidad.

Todos hemos sido pacientes, y por lo tanto, merece un espacio de atención esta figura.

Hay que hablar del paciente, pero no en relación única consigo mismo, situándole solo y aislado de con lo que está.

Lo que le pasa al paciente, le pasa en una situación concreta, en lo que son sus relaciones con lo que inmediatamente le circunda.

Lo que le ocurre, le pasa siempre porque está en relación con los demás, que también son parte de él; están en él, e influyen en él, como al mismo tiempo él influye en ellos.

Lo que ahora le acaece, y por lo que consulta, nace o nació en su actividad como persona.

El paciente está enfermo, pero lo está en una situación concreta,  en una situación en la que también están los otros. Incluso, cuando se nos manifiesta como paciente en la consulta que nos pueda hacer, se nos presenta en una situación, si queremos, especial, como de laboratorio.

Porque la consulta”, de alguna manera, no es sino una especial relación, y aunque es un “artificio”, porque es una situación creada artificialmente y precisamente para “el paciente.

Es una situación relacional, en la que, imperativamente,  el enfermo está conmigo, y yo con él.

En ninguno de los dos puede darse el aislamiento. Hasta los silencios, a veces prolongados, no nos aíslan del otro… porque dicen en él y en mí.

Cuando en una persona acontece la situación de encontrar-se  “enfermo”, acontece también el hecho en bruto de que nos consulta sobre “lo que le está pasando”, si bien la consulta real, es más bien sobre lo que le está pasando en su situación de ahora.

Dice el Dr. Castila del Pino, que “nada importa que en muchos casos podamos pensar como profesionales que el conflicto está en el paciente mismo de forma exclusiva, tarde o temprano el conflicto aparece como situacional.

Y si en este momento de “consultar”, en el momento de la consulta, se pretende obtener una idea cabal de lo que en esa persona está ocurriendo, su situación, no puede ser eludida, es más, debe ser detenidamente considerada”.

“No se puede entender la aparición de la enfermedad, o del trastorno, de forma aislada con la premisa de que tiene su origen y fin en la persona.

La enfermedad, la problemática,  aparece  en una realidad, y la persona, no solo está en la realidad, sino que es parte de ella.

Se puede muy bien decir que la persona está en la realidad porque  es de  la  realidad”.

En la enfermedad ocurre que en la persona se produce un desequilibrio que ahora y aquí lo enferma, pero no hay que olvidar que el hombre (ese hombre y no otro hombre) está en una situación concreta formando parte de ella.

Tendremos pues, como terapeutas, saber y conocer de su realidad, si queremos entender y explicarnos su enfermedad.

Esta es la tarea de todo terapeuta, de ineludible análisis y detenida prospección.