Cualquiera que sea el modo como se formule el problema que el conflicto plantea, éste, en su raíz, es ético.

Se trata de que la persona colocada frente a una realidad percibe, con mayor o menor claridad, según el grado de su propio desarrollo y vivencias, la ambigüedad y equivocidad de sus actitudes:

Lo que quiere, con lo que debe querer; lo que hace, con lo que debería hacer; incluso lo que desea, con lo que no querría llegar a desear”…

Cualquiera de estas formulaciones denuncia bien claramente que el problema del conflicto no es exclusivamente intrapersonal, sino originariamente una cuestión resultante de su relación con la realidad.

 En este sentido, la psicoterapia hay que entenderla, en general, como una “educación” (re-educación).

La persona, ahora nuestro paciente, tiene en el análisis y en cualquier tipo de psicoterapia, la ocasión y la oportunidad de “volver a operar” sobre la realidad, y de ver en ella, a modo de reflejo, el resultado de “ese nuevo operar”.

El sujeto que ahora es nuestro paciente,  ha de tomar conciencia de sus posibilidades de acción, y de la responsabilidad sobre su acción.

Sobre esta reflexión se están creando ya las condiciones para que sea posible una “situación reparadora” de la previa que pudiera haberle conducido a su situación actual de “persona enferma”, o mejor, de persona que “se siente enferma”.

En la psicoterapia se procura poner “en conciencia” el pasado como “ya hecho”, (por lo tanto irreversible).

La acción que ahora se debe realizar en el mismo análisis, es la concienciación, es decir, el darse cuenta y poner en conciencia y en presente, las propias posibilidades de hacer del paciente tanto para el presente como para el futuro.

No basta solo la catarsis para que “la curación” se lleve a cabo (esto ya es sabido). Hay que acompañarla de otras decisiones.

Porque “el cambio”, como “curación”, supone el hacer distinto a como se hacía.

Por otro lado, dado que todo hacer es un hacer en el que están los otros, el hacer de cada uno, debe ser considerado como algo que nunca es un asunto exclusivo de la persona, sino de la persona, en relación con los otros, y en relación con su situación.