¿Por qué me siento culpable? En términos generales, podemos decir que en cualquier persona se plantea cuando decide entre el hacer lo que debe, y, el hacer lo que no debe. Esto es: en muchas ocasiones, cualquiera de nosotros tiene que decidir, y decidimos conforme al lugar o contexto en el que estamos, y que tiene unas normas morales, legales, o simplemente que proceden de la costumbre. Estamos en una realidad concreta (con sus patrones académicos, familiares, de relaciones con los demás, de imposiciones legales, etc.) y solo podemos decidir en ella.

Si decidimos en contra de lo que esa realidad nos impone, nos sentimos culpables, porque estamos haciendo algo en contra de ella.

Dicho esto, se puede definir la culpa como una especie de ansiedad constante que la persona experimenta como consecuencia de una acción “mal hecha” en el entorno en el que se desenvuelve.

¿Qué implica la culpa ante los demás?
Podemos decir, que una acción no considerada correcta por los demás, es interpretada precisamente así: por el valor positivo o negativo que los demás, como he dicho antes le dan a mi manera de hacer. Los demás juzgan, la opinión pública, todos lo sabemos, también lo hace, incluso antes de que la justicia, por ejemplo, llegue a conclusiones o emita un veredicto final.

En el hacer cotidiano, suele ser el entorno, esto es, la familia, los amigos o compañeros los que califican mi acción como buena, mala o indiferente. Cuando es calificada como una acción que va en contra del grupo o que egoístamente favorece solo a quien la lleva a cabo, se califica como una mala acción, y el hacérselo ver a quien la cometió le convierte en culpable.

Los juicios de valor de los demás, (familia, mis educadores, colegas, mis compañeros…), conllevan un resultado hacia quien hizo lo que no estaba permitido hacer, y consecuentemente una conducta de rechazo social hacia su autor.

¿Cómo se vive la culpa?
La experiencia personal de la culpa, es decir, a como una persona vivencia la culpa se da en la propia conciencia de uno mismo. Uno tiene como una mala conciencia por haber hecho que los demás han considerado como “malo” y que produce en quien se siente culpable una sensación de tristeza, ansiedad o angustia, todo ello en entremezclado. Hay en el culpable como un ánimo semi-ausente, un peso que se ha echado uno encima muchas veces imposible de deshacerse de él sin ayuda y esto viene a ocurrir así, porque la causa de la culpa no solo está siempre presente, sino que es imposible desligarla de nuestra propia conciencia.

Sintomatología de la culpa
En la culpa, de no tratarse, se percibe que no se resuelve, que no avanza que es como un mal pensamiento que nos acompaña de manera interrumpida.

Esto es muestra de la profunda modificación que la totalidad de la persona experimenta en la vivencia de culpa. Incluso, el acontecer corporal: el sueño, el apetito sexual, el apetito general, etc., se alteran a merced de la preocupación que la culpa entraña.

Tras la experiencia de la culpa, el sujeto adquiere conciencia de la importancia de su acción y de sus consecuencias. Consecuencias para sí mismo, y para los demás.

En resumidas cuentas, la culpa, o el sentimiento de culpa, debe ser considerado como un error en nuestra forma de actuar sobre la realidad. Realidad que está compuesta por los otros. Esto implica, en primer lugar, saber que somos capaces de errar ante la realidad,  y por lo tanto, es necesario prestar mayor atención y reflexión sobre esa realidad en la que me desenvuelvo, para evitar errores en mi actuación sobre ella. Además, y en segundo lugar, intentar la inmediata corrección de esa mi realidad mediante un nuevo modo de hacer, que por mi error anterior (que por mi culpa) fue modificada

Tratamiento de la culpa

  1. En un primer momento, hay que atender a la preocupación por lo hecho. Dar dimensión y relativizar lo que para quien consulta supone el hecho o hechos culpables.
  1. En segundo lugar, hay que abordar la preocupación por mantener en secreto lo hecho. El culpable mantiene siempre silencio sobre su acto y conviene trabajar la importancia que supone dar visibilidad a las razones que le llevaron a su acción.
  1. En tercer lugar, debemos trabajar la necesidad de dejar de ser culpable. Dejar de serlo, es la única vía de liberación para quien se siente perseguido por lo que hizo.
  1. Dejar de ser culpable, exige, necesariamente, la confesión mí culpa. No hay otro camino para la calma de ese peso que uno siente encima que su verbalización ante quien se cometió el hecho que nos hace sentir culpables. Es una condición absolutamente necesaria para su reparación.
  1. Pero, además de ex-culparse, es necesaria una reparación. Esto es, requiere dejar de hacer lo que se ha hecho, podríamos decir que se requiere un nuevo hacer distinto y no culpable. O lo que es lo mismo, el intentar instalar en el paciente un nuevo hacer, que repare la culpa que le angustia y le perturba. No hay solo que arrepentirse de lo hecho, sino, simple y llanamente hacer de modo que, a partir de ahora. 

Estas son algunos consejos prácticos para aliviar la culpa. Naturalmente no sustituyen a una psicoterapia, pero desde Psicólogos Madrid Centro, deseamos que puedan ayudarte.