Hay dos edades bien diferenciadas de la mente:

Una edad (etapa) infantil de la vida caracterizada por la “satisfacción inmediata y garantizada de cualquier necesidad, casi sin esfuerzo.

La otra, en una etapa adulta hay mayor contacto y dominio de la realidad, y en la que la satisfacción de las necesidades.

Ya no será inmediata y garantizada, sino que requerirá mucho esfuerzo.

Ambas etapas son concebidas como edades o partes de la mente abocadas al conflicto.

En la primera edad infantil, todos la hemos vivido, la  relación del niño con la realidad se da a través del auxilio y las normas de sus cuidadores adultos.

De esta manera, y como consecuencia de ello se  generarán modelos de funcionamiento interno inconscientes que perdurarán toda la vida.

La mentalización permitirá tomar conciencia de tales modos implícitos de conocimiento.

Es la etapa de la niñez, y no vamos a poner límites de fechas a su final, una etapa en la que se da esta cuestión básica:  conseguir  todo, sin prácticamente esfuerzo.

Es el esfuerzo, uno de las características de la vida adulta, para conseguir sus fines.

Todo en la vida adulta requiere esfuerzo.

Incluso en psicoterapia, el esfuerzo por parte del paciente, aunque sea mínimo, es parte fundamental del tratamiento.