El deseo sexual

El deseo sexual,
es la inclinación menos dócil
que acontece a los seres humanos:
se diga… o no.

Piénsese que por él,
se satisfacen las más gruesas pasiones
y se inflaman los lenguajes del instinto
en una horizontalidad acompañada
ya venga del afecto o de la clandestinidad.

Sin embargo este deseo
es el que primero desaparece
cuando los disturbios emocionales
asaltan el sosiego al que se aspira tantas veces
y por tantas razones contrariado.

Pasa así,
más que en ningún otro trastorno, en la depresión,
que el deseo (este y todos), no es que se amortigüen,
es que desaparecen: se extinguen.

Precisamente un recurso para los clínicos
consiste en explorarlo,
aunque sea tímidamente,
porque nos dice del curso del humor y del ánimo.

Nadie puede vivir sin deseos,
mucho menos sin el que nos inclina a apretarnos, amablemente,
con los cuerpos desabrigados.