La Felicidad

Entre la satisfacción por lograr lo deseado
y la frustración ante su negativa,
transcurre buena parte de la existencia humana.
Seguramente el deseo
no sea otra cosa que un síntoma de vida:
vivir es desear… o no es vivir.

El deseo es un flujo psíquico
que empuja todas las manifestaciones de nuestro existir.
vivir es desear. Esto se sabe desde siempre
pero fue Spinoza el primero en elevarlo a esencia de la vida.

Pero desear, no tiene por qué ser coincidente
con desear la felicidad.
La felicidad, es un término muy poco definido
y borroso, con el que se juega demasiado
como si fuera infinito e ilimitado.

La felicidad, me da la sensación,
de que debe de andar por ahí escondida,
porque todo el mundo la busca y no parece encontrarla,
al menos de manera estable.
Y si esto es así, quizá ocurra que no exista
tal y como la imaginamos o idealizamos.

Lo que existe es la risa (un regalo del que solo disfrutamos los humanos),
lo buenos ratos, la generosidad hacia el próximo,
la ternura de un momento,
el abrazo esperado y resuelto al fin.

Debo decir, que los ambiciosos,
pisan menos el despacho del psicólogo,
y esto, creo yo, es porque permanecen contentos
mientras esperan en su ansia la satisfacción de sus múltiples deseos.

Tener deseos –razonables, claro está-  insatisfechos
pero alcanzables, es fuente de salud
y sin duda alguna,
ahorra muchas consultas a psicólogos y psiquiatras.