Somos lo que nos hacen ser.

La persona está, desde luego, en el mundo y,  dentro de él, está en la realidad.

Pero ¿cuál es la realidad de la persona?

La persona, está siempre de alguna y de determinada manera respecto de la realidad interna y externa que le envuelve.

Esta forma de estar mía (o de cualquiera) respecto de la realidad en general, es mi situación  porque es la situación sentida por mí, como mía.

De este modo, podemos darnos cuenta como en la consulta, la exposición de un problema menor (menor para nosotros como terapeutas), no resulta, ni mucho menos, ser así en la figura del paciente, que por él consulta.

Cuando se decide a consultar, lo hace, porque sufre por él.

Nunca hay que restar importancia a lo que el paciente transmite como origen o síntoma que ahora le preocupa y trastorna.

Antes al revés, es necesario para quienes le vamos a atender, tratar de saber el significado que para él tiene eso que ahora le angustia.

Será en un momento posterior, cuando podamos de forma empática, relativizar la dimensión del problema, incluso sustraer al menos un montante de la importancia que tiene para nuestro paciente.

Pero de principio, lo que el paciente interpreta sobre lo que le pasa, ha de ser consideradamente atendido, en un dialogo abierto.

Esto permite al terapeuta recabar datos que le hagan saber del  por qué  de la importancia de aquello que nos expone en consulta.

Por otro lado, debemos ser conscientes de que no hay  interpretación única e infalible, sino confiar en que hay múltiples interpretaciones que podemos y debemos someter a contraste con nuestro paciente.

En Psicólogos de Madrid Centro, esta y otras son nuestra forma de trabajo.

Saber de nuestros pacientes, es saber del origen de lo que ahora le preocupa y nos ayuda a mejorar su tratamiento.