Todos y cada uno de nosotros, mostramos, según la circunstancia, esto es, según el contexto y, dentro de él, la situación en la que nos encontremos, una parte de nosotros mismos.
Es la parte que queremos que se conozca en ese momento.
Esto quiere decir que, de alguna manera, pretendemos que sea conocida, en este aquí y en este ahora, esa parte de mí (y no otra), precisamente.
El yo público es un yo que puede ser visto, que no nos importa que se vea. Es más “lo mostramos”.
En todos los contextos, y por lo tanto en toda realidad, somos el mismo sujeto, pero no necesariamente mostramos el mismo yo.
Todos esos yoes, son yoes míos –como sujeto que soy- y que preparo, elaboro y presento para la ocasión.
Es decir, para la situación frente a los otros que va a tener lugar. Incluso, esa preparación del yo para la ocasión, la hacemos de manera imaginativa, la pensamos, la “figuramos” y “nos vemos” en representación mental.
Lo preparamos en nuestra intimidad para dar a los demás a entender, no como soy (como sujeto), sino como quiero que piensen que soy.
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