La autenticidad es la sencillez.

Es lo más sencillo que hay, porque es lo que surge después de que se ha eliminado lo complejo.

Llega después de lo compuesto, lo adquirido.

 La autenticidad proporciona la evidencia, la certeza, la claridad, en cada momento, para valorar toda situación.

En realidad, la situación implica, ya en sí misma, nuestra respuesta, porque la situación y nuestra respuesta no son dos cosas distintas, sino que cons­tituyen una sola cosa.

 Estar  bien dispuesto, y por lo tanto en el punto óptimo es una buena medida para encaminarse a cualquier dirección.