¿Cómo son los demás? ¿Cómo conocerlos?

Nuestra persona, yo como sujeto, puedo combinar varias identidades y a un mismo tiempo, aunque sean contradictorias entre sí: por ejemplo puedo decir “soy de izquierdas” y usar simultáneamente un “pantalón de tal diseñador, una camisa de tal marca y unos zapatos de tal otra”; “marcas”, todas ellas, que tienen su traducción dentro del grupo social en el que nos desenvolvemos y que pudieran ser interpretadas respecto de mi persona, como otra cosa distinta a la que manifiesto con mi aseveración: “soy de izquierdas”… (He elegido la indumentaria, porque – como es bien sabido – también es un factor de identidad,  que conlleva un mensaje muy concreto y específico de quien la lleva para  los otros: la ropa… dice de mí… pero con ella… les digo a los demás). 

Conviene recalcar que el número de identidades en una misma persona no es de ninguna manera homogéneo, esto es, no es propio de ellas una composición y estructura uniformes,  y mucho menos permanentes. Aunque normalmente se alude a la identidad como algo construido, o sea, como algo definitivo que ya está dado en los seres humanos, considerarla así puede remitirnos a enfoques descriptivos superficiales.

Nadie nace con su identidad. La identidad no se trae genéticamente, sino que  se va haciendo y  adquiriendo a lo largo de la existencia y en toda ella, a través de las distintas y concatenadas relaciones que vamos estableciendo, y desde aquellas que establecimos con nuestros primeros cuidadores, antes que con nadie, seguidas de las que establecemos con nuestros hermanos y demás familiares cercanos, y continuadas con las que implementamos entre amigos y enemigos, tutores, maestros… Esto es, relaciones que  voy estableciendo con todas las muchas figuras significativas que pueden tener influencia específica en mí, a través de sus discursos y/o sus actos y a lo largo de toda la existencia.

Hay que estar muy atentos a la expresión verbal, y lo que el resto del cuerpo expresa igualmente: indumentaria, gestos, preguntas, ademanes, soltura de movimientos… Y esto, porque todo ello dice del otro, y no hay muchas otras formas de conocer a los demás salvo por la concordancia o no de lo que se expresa con cualquiera parte de su ser y lo que dice.