Podemos decir, con ciertas garantías de acierto, que de las actuaciones que el otro hace para mí infiero, a la vez, qué teoría se ha podido formar él de mí.  

Es muy importante tener en cuenta esto último, esto es, que el proceso ocurre de forma dialéctica (lo que ocurre de mí hacia el otro, también ocurre del otro hacia mí, se haga o no de una manera consciente).

Por lo tanto, según yo haga, construirá el otro una teoría sobre quién y cómo yo soy, por lo que puedo hacer que alguien piense de mí… lo que yo quiera en un momento determinado.

Solo con intervenir, conscientemente, en la forma que elija para operar con él, naturalmente en función de mis intereses, para que se produzca un cambio en su conducta.

El caso es que, si ambas teorías las considero análogas como para serme posible la interacción ulterior (interacción bien positiva, porque deseo que se produzca, o negativa porque mi deseo es descartarla) es porque ha tenido lugar entre ambos una identificación.

La identificación afecta ante todo, aunque no solo, al plano moral.

Me identifico con alguien,  porque supongo que ese alguien piensa de mí lo mismo, o parecido, a lo que yo pienso de él.

Pero la teoría de la identificación no advierte el importante detalle de que esta identificación, está siempre por ver: es imaginaria, inverificable, porque…  ¿como se prueba que esa persona con la que me relaciono me dice verdad y cómo sabe ella que lo que yo le digo es verdad cuando interactuamos?